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6-11 »Si alguien los invita a adorar a otros dioses, cercanos o lejanos, no acepten esa invitación. Al contrario, deberán condenar a muerte a esa persona y ser los primeros en quitarle la vida. No le tengan compasión, no importa que sea su propio hermano, su hijo o su hija, y hasta su esposa o su mejor amigo. No le perdonen la falta, sino maten a pedradas a esa persona. Eso es lo que se merece cualquiera que trate de alejarlos del Dios de Israel, que fue quien los sacó de Egipto y les dio la libertad. Así le darán un buen ejemplo a todo el pueblo, que sentirá temor y no volverá a cometer tal pecado.

12-18 »Si en alguna de las ciudades que Dios les ha dado, gente malvada hace que los habitantes adoren a dioses desconocidos, investiguen bien de qué se trata. Si la información resulta cierta, deberán matar a todos los habitantes de esa ciudad. No deberán dejar con vida a nadie, ni siquiera a sus animales. Destruirán la ciudad por completo, poniendo en la plaza central todas las pertenencias de sus habitantes. Entonces le prenderán fuego a todo en honor de nuestro Dios, y no volverán a reconstruir la ciudad, sino que la dejarán en ruinas para siempre.

»Si obedecen a Dios, él nunca se enojará con ustedes. Al contrario, los amará y los convertirá en un pueblo grande, pues así lo prometió a sus antepasados. Si cumplen los mandamientos que hoy les he dado y hacen todo lo bueno que él les ha ordenado, Dios siempre los tratará bien.

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